“Highlights” de las
últimas semanas:
Residencia “Molker”: es la típica residencia que te
recomiendan cuando todavía estás por España. Famosa por las fiestas y por estar
plagada de españoles. Puedo dar fe de ambas cosas, que además suelen ir de la
mano. El edificio es completamente blanco por dentro: paredes, puertas, suelo…
pero creo que todavía no han descubierto lo que es una fregona. Conclusión:
suelo de discoteca y paredes como el Guernika. Y luego lo que te encuentras en
cada apartamento…
Lo que no me habían contado es que está en un barrio lleno de
bares con luces rojas, con unas señoritas muy amables que están en la calle y
te invitan a tomarte algo con ellas =) Y por allí cerca está el parque de
atracciones, donde también pusieron las carpas del Oktoberfest: ese festival
donde la foto más repetida es con una teutona que carga litros y litros de
cerveza. Por esa zona también descubrí una tienducha regentada por un
matrimonio extranjero, donde hacen el Kebab
más rico que he comido en mi vida. Lo curioso es que no es un “turco”, sino un
ultramarinos o algo así, más cutre imposible. Y en una esquinuca hay un palo de
esos con la típica carne con la que hacen los durums. Debe ser la roña, que le da un sabor especial a los
bocadillos esos…
En la residencia pasé los días básicamente buscando piso (que
mi contrato sólo era para 10 días). Y me considero afortunado, pues hay gente
que se ha tirado un mes para encontrarlo. Dos días antes de quedarme sin piso y
pasar a ser un homeless, la cigüeña
me llevó a mi nuevo hogar…
Piso: una de las pocas respuestas que obtuve a los más de 50
correos electrónicos que envié mientras buscaba piso (aquí todo funciona por
internet, nada de tablones universitarios) fue de Martin. Así que quedé con él
para ver la habitación. Cuando llegué me dijo que también esperaba a otra persona
que iba a ver el piso. Aquí las cosas funcionan de manera diferente: primero
tienen que contestar a tu llamada/correo/mensaje, luego quedas con ellos para
ver el piso, después les confirmas que estás interesado, y finalmente ellos
deciden a quién se lo alquilan ya que puede haber unas 10 o 15 personas
interesadas. Además, Viena no es una ciudad con mucha oferta de alquiler, ya
que es muy compacta (pocas viviendas, y menos vacías) y el 50% vive de alquiler
aproximadamente.
Prater de Viena |
La otra persona que iba a ver el mismo conmigo era una
chavalita joven, muy guapa, acompañada por un tipo de su misma edad. Austriacos
ambos, parecía que se entendían bien con el casero. Durante toda la “visita” no
pararon de hablar de varios asuntos. A pesar de que lo hacían en alemán,
conseguí entender varias cosas, como que la tipa quería pintar las paredes de
la habitación, llevar su piano al piso… Lo que se me pasaba por la cabeza era
que yo no tenía muchas opciones si Martin tenía que elegir entre un español sin
afeitar y una austriaca cachonda. Para mi sorpresa, al salir de la “entrevista”
me comentó que yo era su favorito de todos los que habían visto el piso. Esa
misma noche me confirmó que el piso era mío si seguía interesado. Días más
tarde me confesó que no le interesaba vivir con una chavalita que le iba a
invadir la casa con sus cacharros y de la que sospechaba que estaba medio
zumbada.
Así pues, metí todos los cacharros en las maletas (gracias a
Blanca y Salva por la ayuda!) y cambié de aires. Vivo al otro lado del río,
alejado del centro, aunque la conexión con transporte público no está mal. Mi
casero y compañero de piso es Martin, un chico austriaco de 32 años que a pesar
de haber estudiado Diseño Industrial trabaja como consultor en temas
relacionados con la informática/telecomunicaciones y también es profesor en un
colegio en los Alpes. Un tipo tan majo que nada más llegar me invitó a una
cerveza (de las buenas), al día siguiente me preparó un desayuno típico vienés,
y del que no tengo queja ninguna. Habla inglés perfectamente, y también sabe
algo de español y ruso. Así que tengo un nativo para mí solito que no duda en
explicarme todo lo relacionado con el país. Incluso me prepara de vez en cuando
algún plato típico o se viene conmigo de compras para que no me pierda haciendo
la compra. El primer día en el supermercado me llevé el diccionario y estuve
1h30 para comprar cuatro cosas, que si no aparece una foto es un caos saber lo
que estás comprando.
Y qué bien sienta deshacer la maleta completamente y saber que
no vas a tener que cambiar de cama en los próximos meses ^^ Y tener nevera
donde guardar cosas, y una cocina sin ollas con macarrones que llevan ahí una
semana, y un baño limpio, y la TV más grande que he visto en mi vida, PS3… En
fin, no me quejo.
Edificio del Parlamento |
Viaje a Budapest. Aprovechando que esto es el centro de
Europa y todavía hace buen tiempo para viajar, dejé de lado mi PFC durante 10
días (sí, lo que venía a hacer aquí al fin y al cabo) para unirme a un amigo
que estaba de ruta por Europa. Tras unos días aquí en Viena en los que me tocó
hacer de guía, nos fuimos rumbo a Budapest. Una de las mejores cosas de Viena
es que hay muchas ciudades importantes cercanas: Praga, Bratislava, Budapest,
Münich… Así que nos fuimos a pasar un día por la capital eslovaca (no da para
más), y de allí partimos hacia Hungría. En Facebook hay una carpeta de fotos de
Budapest, así que no hay mucho que contar: nos metimos a dormir en un ‘hostel’
hippie, una especie de piso de estudiantes enorme, donde alquilan algunas
habitaciones: sábanas más pequeñas que el colchón, persianas que se sostienen
con palos y no se pueden bajar, suelos y paredes donde faltan azulejos… Nada
del otro mundo y bastante cutre en muchos aspectos, pero con un toque acogedor
muy original. Música reggae 24h, buen
ambiente…
Sobre la ciudad, muy interesante. Bonita y de día y preciosa
de noche. Lo más impactante de la ciudad es que casi todo cabe en una foto: el
río atravesándola por el medio, los puentes para cruzarlo y los edificios en
las colinas o en la misma orilla del Danubio. Te sitúas en el medio y el
paisaje es espectacular. En Viena, por ejemplo, no hay esa misma sensación. El
río queda a las afueras y la ciudad es completamente llana. Punto por punto
quizás sea una ciudad más bonita, pero no lo tienes todo “a la vez”, ya que
cando te sitúas en el centro lo único que ves es el edificio que tienes en
frente.
Prost! |
A la vuela de Budapest, descanso. Eso pedían mis pinreles
después de 10 días pateando una barbaridad, y llenos de heridas y ampollas
desde el primer día (Nota metal: no estrenar calzado antes de un viaje). Ni las
termas húngaras con agua a 36º pudieron curar eso. La cerveza parece que sí lo
está haciendo =) Habrá que seguir con el tratamiento…